7 jun 2011

Las margaritas


Era una mañana bonita y soleada, y el señor conejo salió a fumarse un cigarrillo en el jardín de su casa; una casa pequeña pero muy acogedora. De pronto su vecino la tortuga se acerco y le dijo que el país había entrado en guerra; el señor conejo no se alteró para nada, miro hacia arriba y exclamo: - ¿Sabiás que hoy también florecieron las margaritas?-.

18 dic 2009

Don Joaquín


Don Joaquín recordaba cuando era niño, su mamá lo llevaba a la escuela caminando por encima de los bordes de la acera tratando de no perder el equilibrio y de no dejar a su mamá atrás, recordaba como jugaba con los sapos en el patio de su casa y como capturaba grillos para luego meterlos en frascos y verlos morir por falta de oxígeno. También recordaba como conoció a la mujer de su vida un sábado en la mañana mientras compraba manzanas frescas en la plaza del pueblo; el pueblo que lo vio nacer y lo vio recordar todas esas cosas que se convirtieron en escritos cortos que luego fueron recordados por escritores mediocres que tratan de alargar sus novelas con detalles efímeros en la descripción de una escena.

El murciélago


Y cuando salía me encontré con el murciélago quién venía cansado de tanto volar. Le pregunté si había logrado su objetivo y el me respondió, -Mejor ponte una bufanda que está haciendo mucho frío-.

15 dic 2009

La mantis religiosa

Siempre había querido entrevistarme con la mantis religiosa, un día logré concretar una cita. Muy ansioso la esperé en la sala de reuniones y cuando me saludó con un humilde gesto, me di cuenta que la mantis religiosa era muda.

7 dic 2009

El camaleón y la salamandra


Esta es la historia de Alberto, un camaleón poco inteligente que adoraba las noches de Halloween y odiaba las tardes frías. Un día conoció a Samanta una salamandra que llegaba al vecindario. Alberto quedó encantado con sus colores, pero se aburría de verla todo el día con el mismo vestido, así que decidió regalarle uno hecho a su medida. Todas la mañanas la espiaba por las ventanas intentando adivinar sus medidas; no quería que se enterara, era una sorpresa.
Día y noche trabajo en el traje, perdió su empleo, abandonó sus amigos, olvidó la fecha de Halloween y ahora le gustaban las tardes frías. Una de esas tardes vio su obra maestra terminada; habían pasado dos años, tres meses, cinco días, tres horas, treinta y cinco minutos y dos segundos, desde que comenzó, tiempo suficiente para que el vestido pasara de moda.